viernes, 8 de mayo de 2020

Con estos mimbres haré la cesta

Los jugadores que tienes son los que tienes. Ni mejores ni peores. Y ese es tu reto, el de hacerlos crecer personal y deportivamente. Céntrate en ellos, conócelos, y desde ese punto de partida, entrena para mejorarlos. Para llevarlos a su mejor versión. Esa es una de tus grandes responsabilidades como entrenador. 

Con las cartas que tienes deberás jugar el mejor juego posible. Y eso hará que cambien tus cartas a mejor. Si logras que tu jugador mejore y ponga ese crecimiento al servicio del equipo, de manera natural, el equipo mejorará, y esa mejora, también retornará al deportista. El círculo virtuoso. 

¿Cuántas veces he escuchado a los entrenadores quejarse del nivel de sus jugadores?¿Cuántas veces he escuchado a los entrenadores hablar más de las limitaciones de sus jugadores que de su potencial?

Yo lo relaciono con la creencia del talento de nuestros deportistas. Cada uno tiene que tratar de llegar lo máximo que pueda llegar. Y debemos creer verdaderamente en el jugador.  Una de las partes de las que se compone el deportista es el talento. Y los entrenadores debemos percibir el de nuestros jugadores. De esa manera, ellos lo sentirán así. 

¿Y cómo relacionar el talento y la competición? El jugador necesita de minutos en la pista para crecer. Si creemos en esta idea del talento, tenemos la obligación de darle espacio para que lo desarrolle, lo que significa: minutos de juego. 

Seguro que has tenido la experiencia allá por todos los meses de mayo, donde empiezan las quinielas para ver quien entrena a qué equipos la próxima temporada. Da igual el club donde estes. Siempre hay “buenos” equipos y “malos” equipos que te pueden asignar. Yo siento debilidad por lo que algunos llaman “malos” equipos. Son mis favoritos. Y soy un poco egoísta. 

Creo profundamente en el talento de las personas. Tengo esa rara virtud, manía o defecto de creer en las personas. Y percibo, de manera natural y sin mucho esfuerzo, el talento. Algún talento. Eso me ha llevado a coger aquellas generaciones que han estado al filo de la desaparición, con problemas o determinadas carencias de juego. Decía que soy un poco egoísta. Sí. Esos equipos son los que más me han hecho crecer como entrenador, junto a aquellos de un nivel superior a mis conocimientos que anteriormente nunca había entrenado.  

Esas experiencias rompieron con lo anterior. Me obligaron a buscar recursos previamente no explorados. A innovar. A arriesgar y atreverme a proponer tareas y actuaciones que ni pensaba que pudiera realizar. Aquellas temporadas me ayudaron a reformular mis creencias. A medida que avanzaban los meses la metodología de otros años iba perdiendo protagonismo para dar paso a nuevos métodos que enriquecieron lo anterior. 

Por eso la atención la tienes que poner en tus jugadores. En lo que tienes y no en lo que no tienes. 

Con estos mimbres haré la cesta, suelo decir.