sábado, 29 de octubre de 2016

Cada día me interesa menos el resultado parcial del partido.....

Cada día me interesa menos el resultado parcial del partido. Y cada día creo que lo que estoy haciendo como entrenador de baloncesto no tiene nada que ver con el resultado final de cada partido de fin de semana. Ya gane o pierda. 

Y cada día creo que me entiende menos gente cuando digo estas cosas. 

Me centro en mis jugadoras, y tenemos a los rivales como compañeras de viaje, que nos permiten, gracias a su esfuerzo y tesón de pretender vencernos en la pista, hacernos cada día mejores y más grandes. 

Seguimos trabajando la frustración en mi equipo.

Evidentemente, se dieron signos de frustración en el partido de este fin de semana, provocados por acciones del rival o decisiones arbitrales. E incluso fuimos capaces de percibir cómo esa frustración, en determinados momentos, nos cegaba el intelecto e impedía tomar el control sobre nuestras acciones. 

Gracias a trabajo de conversar sobre ella, la frustración, fuimos hablando a lo largo del partido de cómo nos sentíamos ante decisiones o acciones de personas fuera de nuestro equipo. Esa conciencia de una misma, el análisis de cómo les afectaba, y el conocimiento de cómo gestionarla, dió lugar a un cambio de actitud en las jugadoras. Empezaron a tomar decisiones en el campo. Unas terminaban en éxito (un buen pase, una canasta, un gesto sobre el bote molón, etc.) y otras no. 

Empezaron a centrarse en el juego, en utilizar el fallo tal y como escribimos en la pizarra antes de iniciar el partido, “el fallo como oportunidad”. Y fuimos creciendo a través del juego. Todas. Cada una de ellas, ha sido capaz de realizar alguna de las indicaciones dadas desde el banquillo, tales como: “antes de tomar una decisión, mira para comprender, y entonces, decide si dar el pase o no” o “defender no es acompañar a mi rival, sino impedir sus acciones”.

Y trabajar de esta manera, les proporciona una pequeña dosis de confianza personal, dentro y fuera de la pista. Y ese es un de mis objetivos, que tengan cada día más confianza en ellas mismas, más seguridad y determinación. Pequeñas píldoras de confianza que aportan a su proceso de madurez. Y yo encantado de que el baloncesto sea útil. 


Y además, técnicamente, gracias a todo esto, cada día son mejores. Ahora nos queda, poco a poco, juntar todo esto desde la perspectiva del colectivo. Fundamentalmente, aprender a jugar sin balón, ofensiva y defensivamente, que no es tarea fácil. Pero tenemos todo el tiempo del mundo. 

miércoles, 26 de octubre de 2016

La respuesta la tienen ellas. La frustración, qué es, cómo se manifiesta y cómo se gestiona.

Todos hemos tenido alguna vez algún objetivo que cumplir y no lo hemos conseguido. 

El otro día mi equipo de jugadoras adolescentes, 14-15 años, ganaron el partido por más de 40 puntos. Dos lloraron y otras tres más se enfadaron con ellas mismas, recluyéndose en un lugar alejado del banquillo. 

La noticia fue buena y mala para mi. Buena porque vi que las jugadoras iban más allá del resultado del partido a la hora de enjuiciar su actuación. La mala porque la frustración no les dejaba ver más allá de sí mismas. 

Son adolescentes, están en el proceso de ser adultas aunque, quizás, no tienen todas las herramientas a su disposición para desenvolverse en un mundo adulto (y probablemente los adultos tampoco las tengamos). 

Pero no están en lo cierto. Con 14 y 15 años tienen muchas más herramientas a su alcance que las que creen y nosotros creemos. Solo es cuestión de preguntar. 

Y así lo hice. Ví que la frustración nos limitaba indivualmente, lo que directamente afecta al colectivo.  Y les pregunté individualmente a cada una las siguientes preguntas:

  1. ¿Qué es la frustración?
  2. ¿Cómo se manifiesta?
  3. ¿Cómo se gestiona?

Cogi sus respuestas y las condensé en las imágenes que a continuación comparto. El contenido es exclusivo suyo, ni libros, revistas o artículos. Sólo sus respuestas. Me sorprendí, se sorprendieron y cuando las compartí con los padres, ellos también se sorprendieron. 

Ver esas respuestas me hizo pensar en todo el potencial que ellas tienen y reflexionar sobre varios aspectos:

  • Mi labor como entrenador no es tanto la de “formar personas a través del baloncesto” sino la de “facilitador”. Facilitarles espacio para apoyarlas en su desarrollo, hacerlas ver todas las capacidades que tienen y cómo pueden aplicarlas. 
  • Cómo utilizar el baloncesto para ayudarlas en su día a día. Pero de una forma práctica, que puedan aplicar el conocimiento adquirido a través de las experiencias en la cancha en su día a día fuera de ella. 
  • En cómo si ponemos el individuo, o sus ideas, al servicio del colectivo, el retorno es mayor. Individualmente no tenían claro qué era la frustración, pero al poner las ideas en común, el resultado fue sorprendente. 


A continuación os dejo sus respuestas a las tres preguntas, un resumen de ellas, y aspectos claves que consideramos en este proceso.