lunes, 24 de abril de 2017

La valentía de ser coherente a unos principios

Si hay un club deportivo en España que abandera los valores del deporte, ese es el Estudiantes de Madrid. Con cierta injusticia se lleva la fama de exportar estos valores, los cuales otros muchos clubes también exportan. 

Hoy en día es fácil decir las cosas pues es fácil publicitarse y vender a los cuatro vientos cualquier tópico. Internet está lleno de frases grandilocuentes que van pasando de mano en mano entre los miles de usuarios. También todos los clubes tienen  la misión de “formar personas”. Es bueno. Muy bueno. No lo dudo. 

Ahora, si bajamos del autobús de lo virtual y la propaganda y nos apeamos en la parada de la vida real, la del contacto personal, la de tener que actuar, la de observar las circunstancias y situaciones, la de tomar decisiones, la de “hacer cosas” con las personas en frente tuya…, ahí…, amigo, las frases grandilocuentes se tornan más complicadas para trasformarse en hechos concretos y esa propaganda de los clubes se difumina. Porque las frases se quedan en frases y la propaganda y las misiones se quedan aparcadas en las esquinas de las canchas. 

De repente, en el mundo real, entran los egos, los intereses personales, el orgullo o la falta de humildad y se tergiversa el contenido glorioso y grandilocuente que ha ido pasando de mano en mano por lo virtual o se ha hecho viral en facebook o que se ha compartido repetidamente por otras redes sociales y comentado en los miles de grupos de entrenadores de miles de clubes deportivos. 

Hoy hablo de coherencia, de seguir un camino y ser fiel a él. De tener unos principios y ser consecuente con ellos. De asumir consecuencias y de correr riesgos. De lealtad. De que tu forma de vivir, tu conducta, tu comunicación, y tus hechos estén acordes a esa misión, a esas frases que tanto reenviamos a nuestros contactos virtuales. 

Estudiantes es un club que pregona el espíritu de sacrificio, el partir de la persona para construir un camino que va más allá de la victoria, formar personas a través del baloncesto. Habla de trabajar el fundamento individual como base de la construcción del juego. De defensa individual, de apretar los dientes. Habla de humildad, entendiendo humildad como saber que otros lo pueden hacer mejor, de reconocer las virtudes del rival, de escuchar. Estudiantes no existe. Existen personas que van a un lugar llamado Magariños o Nevera y que entrenan o son entrenados, que planifican, coordinan, dirigen, hacen números y gestionan la logística. Existen personas. Y hay de todo tipo de personas en esa organización. Como en todas.  

Anoche el primer equipo femenino de Estudiantes de Madrid logró el ascenso a la máxima categoría del baloncesto femenino. Si me quedara con la alegría de la victoria y el ascenso no haría justicia con el equipo. Hay mucho más detrás del hecho de meter más canastas que el rival durante dieciocho partidos consecutivos. Si nos quedáramos solo con las victorias no entenderíamos muy bien al equipo y navegaríamos sobre la superficie de una historia mucho más profunda. 

Ganar dieciocho partidos seguidos tiene un componente de suerte. Y ellas y ellos lo saben. Pero a la suerte hay que provocarla. También lo saben. 

Son muchos años de trabajo de mucha gente que se han visto plasmados en un ciclo de cuatro años, jugadoras, entrenadores, directivos, etc. El gran acierto del Estudiantes ha sido dejar cocinar un proyecto a cuatro años y ser perseverantes y constantes con las personas que lo han liderado. Me da igual si el baloncesto femenino les importa menos o más. Tampoco me preocupa que no haya tantas jugadoras de cantera en el primer equipo como pregonan en su propaganda “somos un equipo de patio de colegio”. Lo cierto es que han apostado por ellas,  y por ellos (los tres chicos del cuerpo técnico). Por creer en una forma de entender el deporte y en consecuencia la vida. 

Dudas, incertidumbres, errores, equivocaciones, trabajo, muchas horas dedicadas impagadas, muchos viajes, muchos paseos, innumerables conversaciones de baloncesto y de la vida, nervios, angustias, emociones, lesiones, recuperaciones, estudios, días y días exprimiendo las horas, enfados, zapatillas volando en los entrenamientos, risas, muchas risas, hoteles, autobuses, aviones, charlas prepartido, entrevistas, apuntes en el tren, exámenes en medio de los entrenos, silencios, broncas, lesiones, ojos frente al ordenador, mentes pensando, manos curando, sesiones de pesas, canciones, bailes prepartido, videos, informes, esperas en la estación, juegos, lloros, frustraciones. 

Podría ser la historia de otros muchos equipos que no se han clasificado o que, clasificados para la fase de ascenso, al final no han conseguido ascender (bueno, lo de las zapatillas volando en los entrenos quizás es diferente...).

La gran diferencia, desde mi punto de vista, es el punto de partida, es decir, las creencias, los principios. Su cuerpo técnico ha sabido representar los valores del Estudiantes, día a día, palabra a palabra, hecho a hecho, ni si quiera partido a partido sino que entreno a entreno y el tiempo entre los entrenos. Estos valores se fundamentan en la persona, no la jugadora. Y se ha construido a partir de ahí. La persona lo primero. 

Y esa es la gran dificultad y el gran mérito de este ascenso. No es lo que se ha logrado, que también, sino cómo se ha logrado. Siendo coherente. El primer equipo femenino de Estudiantes es un ejemplo de coherencia, de lealtad a una forma de entender el deporte y que comparto plenamente. Es el vivo espíritu del Estudiantes, la esencia del club al que representan. Es una manifestación de que “formando personas” también se puede “desarrollar jugadoras”, se puede ser competitivo hasta en las más altas categorías de un deporte. 

Ser coherente es muy dificil. Solo apto para valientes. 

Yo ya sabía que hacían magia... 


Dedicado a las jugadoras que ya no están en la plantilla pero estuvieron, a las que están y al cuerpo técnico, que siempre ha estado. 

viernes, 21 de abril de 2017

Los argumentos y las excusas

Los argumentos y las excusas.

Más de un entrenador se pregunta qué puede hacer él para combatir las ausencias de sus jugadores adolescentes a los entrenamientos. 

Y al platear la cuestión en foros de entrenadores, aparece por el medio de la conversación la idea de “castigo en partido” y se cuela un “no todo es culpa del entrenador” o “la sociedad ya no es como era antes”. 

Pero ese entrenador sigue buscando respuestas, más allá de las anteriores. Respuestas que le tranquilicen, le convezcan, le den la seguridad de que él ha hecho todo lo que estaba en su mano para revertir una situación de ausencias. 

Es evidente que el castigo en partido es una opción. También es evidente que no todo es culpa del entrenador y que la sociedad actual no es como la de hace veinte años. Todo es cierto. Pero quedarse en estas respuestas denotan inmovilismo y cierta falta de creatividad. Quizá algo de cobardía. Poca autocrítica. 

El otro día, de mis diez jugadoras, vinieron a entrenar cuatro. Tres escribieron por el grupo notificando su ausencia y el motivo por el que no asistirían. Otras tres que también faltarían pero sin ningún motivo detrás.

¿Resultado? Un 40% del equipo presente en pista. Una hora y cuarto en pista entera con cuatro jugadoras. ¿Mi decisión?:


1. Centrarme en las jugadoras presentes. Salió un entreno divertido y serio. 
2. Pensar en por qué algunas justifican sus ausencias y otras no . Escribí este tweet:
“Faltan a entrenar y explican el motivo, argumento. Si no, es una excusa. A partir de ahí, centrarse en las que están, no en las ausencias
3. Hablar con las tres jugadoras en el siguiente entrenamiento. 

Y llegó el siguiente entrenamiento. La conversación con ellas, de manera individual, no debería servir para recriminar su actitud. Ya saben que había entreno y que no fueron y no explicaron el motivo. La conversación  debería servir para dos propósitos, el primero, utilizar esta situación para ayudarlas en su crecimiento a la vida adulta, y por otro lado, tratar de corregir esta situación y fomentar su asistencia a los entrenos, ya que como entrenador, parte de mi misión es enganchar a las chicas. 

La conversación con cada una empezó leyendo el tweet y preguntándoles si lo entendían. Risas flojas, miradas y enseguida un argumento en la boca. 

"No quiero argumentos, no me interesan. La conversación no es para que me argumentes tu ausencia porque no lo hiciste anteriormente. La cuestión no es esa. Lo fundamental es que tu has adquirido un compromiso contigo, conmigo y con el equipo y si hay algo más importante que el entrenamiento, no soy yo, el entrenador, quien debe juzgarlo, sino tú. Y debes ser valiente para explicarlo. Eso se llama madurez. Callarse, es una evidente señal de que no quieres contar algo o no estás convencida de tu conducta. Y esto te va a pasar en el baloncesto y en otras situaciones personales. Cuando decidas algo, tienes que tener argumentos detrás que expliquen tus decisiones, tu comportamiento, tu actitud. Eso es honestidad, ir de cara por la vida, tener la satisfacción de no ocultarte ante nada ni nadie. Se trata de ser coherente, que no es tarea fácil."


Esta es la utilidad de la situación. Ayudas a la jugadora a crecer y la orientas a que quiera venir a entrenar.


En ocasiones, el argumento recurrente es el del estudio, que puede ser cierto o no. Pero lo evidente es que algo falla. Probablemente no sea la organización del tiempo, ni su carga académica. Probablemente sea que no le interesa lo que pasa en la pista en cada entreno. Puede ser responsabilidad mía o que los motivos que le traían a la pista cada día se hayan desvanecido. 

Lo expuesto hasta ahora es una posible solución a una situación concreta. Desde el inicio de la temporada debes trabajar para poner los cimientos que eviten posibles ausencias, especialmente en periodos post vacacionales, donde aquellos jugadores que dudan, se dejan arrastrar por otras ofertas para llenar su tiempo.


Por eso es importante preguntar y conocer los motivos por los que tus jugadoras vienen a entrenar. Por eso tienes que adaptar tus expectativas a ellas. Porque quizás el objetivo que ella busca no es el tuyo. Y claro, tienes otras tantas jugadoras. Y piensas que no es posible que tú te tengas que adaptar a doce objetivos, que sería más fácil que se adapten ellas a ti.

Pero si preguntas, los objetivos se reducen, generalmente, a los siguientes:

  • Diversión. 
  • Sentimiento de equipo. 
  • Mejorar técnicamente. 


A partir de ahí tienes que trabajar en dinámicas que favorecan el sentimiento de grupo, hacer entrenamientos divertidos y proponer objetivos técnicos individuales que hagan percibir a la jugadora que está mejorando (por ejemplo, en cada entrenamiento no puedes perder más de dos pases, o tienes que pasarte el balón entre las piernas y atacar directo dos veces, etc.).  Me refiero a realizar actividades para que ellas alcancen sus objetivos, sean los que sean. Si además esas actividades te guían hacia tus objetivos técnico - tácticos, significará que estás trabajando en el camino correcto donde todo confluye.



sábado, 1 de abril de 2017

El baloncesto es un juego de.......

El baloncesto es un juego de errores.
El baloncesto es un juego de espacios.
El baloncesto es un juego de contactos
El baloncesto es un juego de .............


A veces, nos olvidamos  de que, primero, el baloncesto es un juego. 

Por definición de la RAE , jugar es: "Hacer algo con alegría con el fin de entretenersedivertirse o 
desarrollar determinadas capacidades"

Alegría, entretenerse y divertirse. A la vez, desarrollar determinadas capacidades. 

¿Cuántos entrenadores-jugadores-padres ves entretenerse o divertirse los días de partido? 

La alegría, el entretenimiento o la diversión deberían ser un objetivo primordial en los partidos. Jugar alegre te conduce a la victoria. Divertirse te conduce a la victoria. 

Y para los extremistas, este mensaje no está reñido con el esfuerzo, la concentración o la intensidad. Los chicos también se divierten  a través de estos conceptos.

No te olvides. Esto es un juego.