Estos días, por distintas razones, he asistido a varios festivales de colegios. En todos ellos se utilizaba la danza como actividad principal. Normalmente la actuación completa se desarrollaba en torno a un tema concreto y se iban sucediendo distintas interpretaciones, con algún profesor simpático entre actuaciones que animaba al público con unas cuantas ocurrencias graciosas.
Entre todas las actuaciones de danza sumé la cifra aproximada de unas 180 participantes. Y lo que más me llamó la atención fue que, en un colegio, de las 180 personas que salieron al escenario, uno, solamente uno, era un chico. Y en otro colegio, conté 2.
Me quede sorprendido, no por la diferencia tan exagerada entre chicos y chicas sino por dos motivos.
El primero fue la valentía de esos chicos de participar en algo que, seguramente, les apasiona. Y que han tenido que vencer, por lo menos, cierta presión al realizar una actividad donde no hay otros chicos, y subirse a un escenario rodeado de mujeres. Creo que hay que ser muy valiente para hacer eso. Y desde luego, a mi, me han dado una lección de valentía y arrojo, una lección de hacer lo que uno quiere a pesar de que el entorno o las circunstancias remen en otra dirección.
El segundo motivo que me sorprendió es pensar cuántos padres de los que estabamos en la sala hubieramos fomentado que un hijo nuestro hiciera danza, teniendo en cuenta que no es una actividad habitual para varones.
No conozco nada de la danza, pero creo que es una actividad que ayuda a fomentar el control corporal, a dominar tus movimientos e incluso desde un punto del baloncesto, creo que puede ser magnífica para el equilibrio y la coordinación, dos cualidades físicas fundamentales en nuestro deporte.
Quizás los padres de estos tres niños entre casi 400 niñas piensen diferente. Y esta, creo que es una gran virtud. Me refiero a "pensar". A comprender. A intentar ver las cosas desde otro punto de vista. Cuántas veces en una conversación somos incapaces de entender lo que nos están diciendo, simplemente, nos dedicamos a escuchar, en la mayoría de las ocasiones. Pero son las menos en las que nos dedicamos a entender o comprender lo que nos dicen.
Pensar de manera diferente nos puede ayudar a plantear soluciones distintas, a enfrentarnos a los problemas de otra manera, a entender a aquellos que hacen las cosas de un modo distinto al nuestro, etc. Pensamiento divergente, aquel relacionado más con la imaginación que con la lógica-racional.
Esos padres habrán pensado diferente, se habrán centrado en lo que a sus hijos les gusta, lo que les apasiona y les hace felices. Probalmente, también se hayan tenido que enfrentar a formas de pensar preestablecidas como que la danza es una actividad física para las chicas.
Atreverse a hacer las cosas. Pensar de forma diferente.
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