Os imagináis, por un momento, que en el partido de este fin de semana que ha pasado hubieramos jugado sin árbitros. Jugar, solo, basándonos en las normas básicas de convivencia: nobleza, sinceridad, respeto, educación, etc..., sin una autoridad que trate de repartir justicia y castigar las infracciones basándose en un reglamento. Pensar en el partido de este fin de semana pasado, ¿hubieramos sido capaces de terminarlo? ¿Qué partido se hubiera jugado?
Me imagino que, algunos partidos, no habrían llegado al final de primer cuarto, antes se habrían peleado entre todos.
Los jugadores juegan, los árbitros arbitran y los entrenadores, entrenan, dirigen y forman a sus jugadores.
Un jugador de baloncesto tiene escasos uno o dos segundos para tomar una decisión en la pista. Los árbitros no tienen ni eso, ni un segundo. Se pasan todo el partido tomando decisiones en tiempo real.
¿Qué derecho tenenmos los entrenadores a protestar? ¿Acaso acertamos siempre? ¿Hacemos siempre el cambio correcto? ¿Tenemos siempre a los jugadores adecuados en pista? ¿Hacemos el ejercico correcto en el entreno? ¿Planificamos adecuadamente siempre?. Que cada uno de nosotros piense en él mismo hace siete u ocho años... seguro que a su mente viene un pensamiento parecido a: "caray las burradas que hice con aquel equipo...menudas "pifias"....."
Creo que no tenemos ningún derecho a criticar las decisiones de los árbitros y menos increparles al final del partido (casualmente siempre es el entrenador que ha perdido el partido). Los habrá buenos, malos y peores, pero como nosotros, y como los jugadores. Y sí que está de nuestra mano facilitarles la labor. Nuestros jugadores tienen que salir a la pista a jugar, a disfrutar de este bendito deporte y si el árbitro se equivoca, no juzgarle y pensar en mi siguiente jugada, en tratar de ayudar a mi equipo a vencer al rival con todo mi esfuerzo. Dejemos que el árbitro arbitre. Y si un día se equivoca infinitamente en nuestra contra, armarse de paciencia y transmitir a nuestros jugadores la necesidad de vencer al rival con nuestras armas.
Michael Jordan es, reconocido por la gran mayoría, el mejor jugador de todos los tiempos. Su porcentaje de tiro, es inferior al 50%, es decir, fallaba más de la mitad de lo que tiraba. Todos fallan, y los árbitros también... pero, ¿qué derecho tenemos a criticarles? ¿qué derecho tenemos a culparles de nuestras derrotas? Ninguno. Si perdemos, saludamos al rival, le felicitamos y pensamos en qué podemos mejorar para vencerles la próxima vez.
Todos los entrenadores deberíamos hacer una reflexión sobre nuestro comportamiento con los árbitros. Todos los entrenadores deberíamos fijarnos en nuestros jugadores y en los jugadores del rival, para centrar nuestro esfuerzo en tener a los mejores jugadores en pista y utilizar las tácticas más convenientes para ganar noblemente al rival. Un entrenador que se dedica a criticar al árbitro está perdiendo tiempo, y no está centrado en tratar de hacer mejor a sus jugadores y a su equipo. Es como si un jugador en la pista se dedicara a otra cosa que no sea jugar. No estaría haciendo bien su trabajo.
Sin árbitros no hay baloncesto. Es la autoridad, los jueces que dictan sentencia en cada segundo del partido, y no hay Tribunal Supremo para recurrir. ¿Acaso los jugadores cuestionan nuestra autoridad como entrenadores? No cuestionemos nosotros a los árbitros. Lo que hay son entrenadores inteligentes que aunan esfuerzos para vencer al rival y se olvidan del arbitraje.
No hablo de entrenadores de formación, hablo de entrenadores profesionales o de entrenadores de liga local de barrio. Si pierdo tiempo con los árbitros, estoy perjudicando a mi equipo. Y de nada me sirven los comentarios de "presionar al árbitro", de "cambiar arbitrajes" o comentarios así...., solo me sirven aquellos entrenadores que quieren entrenar, dirigir, formar y tratar de ser mejor cada día. Lo mismo quieren los árbitros, ser mejor árbitro cada día y aportar su granito de arena para que disfrutemos todos los fines de semana de buenos partidos de baloncesto.