Cada día me interesa menos el resultado parcial del partido. Y cada día creo que lo que estoy haciendo como entrenador de baloncesto no tiene nada que ver con el resultado final de cada partido de fin de semana. Ya gane o pierda.
Y cada día creo que me entiende menos gente cuando digo estas cosas.
Me centro en mis jugadoras, y tenemos a los rivales como compañeras de viaje, que nos permiten, gracias a su esfuerzo y tesón de pretender vencernos en la pista, hacernos cada día mejores y más grandes.
Seguimos trabajando la frustración en mi equipo.
Evidentemente, se dieron signos de frustración en el partido de este fin de semana, provocados por acciones del rival o decisiones arbitrales. E incluso fuimos capaces de percibir cómo esa frustración, en determinados momentos, nos cegaba el intelecto e impedía tomar el control sobre nuestras acciones.
Gracias a trabajo de conversar sobre ella, la frustración, fuimos hablando a lo largo del partido de cómo nos sentíamos ante decisiones o acciones de personas fuera de nuestro equipo. Esa conciencia de una misma, el análisis de cómo les afectaba, y el conocimiento de cómo gestionarla, dió lugar a un cambio de actitud en las jugadoras. Empezaron a tomar decisiones en el campo. Unas terminaban en éxito (un buen pase, una canasta, un gesto sobre el bote molón, etc.) y otras no.
Empezaron a centrarse en el juego, en utilizar el fallo tal y como escribimos en la pizarra antes de iniciar el partido, “el fallo como oportunidad”. Y fuimos creciendo a través del juego. Todas. Cada una de ellas, ha sido capaz de realizar alguna de las indicaciones dadas desde el banquillo, tales como: “antes de tomar una decisión, mira para comprender, y entonces, decide si dar el pase o no” o “defender no es acompañar a mi rival, sino impedir sus acciones”.
Y trabajar de esta manera, les proporciona una pequeña dosis de confianza personal, dentro y fuera de la pista. Y ese es un de mis objetivos, que tengan cada día más confianza en ellas mismas, más seguridad y determinación. Pequeñas píldoras de confianza que aportan a su proceso de madurez. Y yo encantado de que el baloncesto sea útil.
Y además, técnicamente, gracias a todo esto, cada día son mejores. Ahora nos queda, poco a poco, juntar todo esto desde la perspectiva del colectivo. Fundamentalmente, aprender a jugar sin balón, ofensiva y defensivamente, que no es tarea fácil. Pero tenemos todo el tiempo del mundo.