Tras un intercambio en Twitter hablando sobre el reconocimiento, la aprobación, la reputación, el prestigio o la marca personal, quería aclarar mis ideas sobre todos estos términos con aquello que está bajo mi control.
El hilo que me ha traído hasta aquí son estos mensajes:
Mi comentario está orientado a la preocupación por aquellos aspectos que no están bajo nuestro control y los que si lo están.
Sobre el mensaje original de Imanol Ibarrondo que hablaba sobre reconocimiento y aprobación, introduje al prestigio y a la reputación. Posteriormente, se incluyó un concepto más, el de "marca personal".
No conozco muy bien este último concepto, pero si quería indagar en los anteriores, por lo que acudí a la Real Academia de la Lengua, donde se definen de la siguiente manera:
Prestigio: Pública estima de alguien, fruto de su mérito.
Reputación: Opinión o consideración en que se tiene a alguien.
Aprobación: Declarar hábil y competente a alguien.
Reconocimiento: Admitir o aceptar que alguien tiene determinada cualidad o condición.
En todos los casos son acciones del otro sobre ti. Puedes tener mucho o poco prestigio, tu reputación puede ser buena o mala, pero en ningún caso que alguien te declare competente o acepte que tienes una determinada cualidad depende de ti.
Lo que depende de ti son tus actos y palabras, tu comportamiento y actitud. La consecuencia de ellas será una reputación, prestigio, aprobación o reconocimiento. Además debes tener en cuenta el entorno que te rodea, los interlocutores y si sus varas de medir (principios, valores) están en consonancia o no con las tuyas. Probablemente si eres una persona caritativa no tengas muy buena reputación entre maleantes.
En relación con el concepto "marca personal", una vez leído el artículo que os adjunto, considero que es diferente a los cuatro anteriormente descritos y que está muy bien explicado en el artículo de Alfonso Alcántara que podéis leer en el siguiente enlace:
http://yoriento.com/2015/06/guia-marca-personal-reputacion-online.html/
El resultado de un partido, al igual que el prestigio o la reputación, no están bajo tu control. Son tus hechos y palabras lo que puedes controlar. A partir de ellos podrás influir en otras personas.
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