Habitualmente estamos educados para pensar de manera lineal. Un efecto, una causa. Y vinculados en un espacio de tiempo relativamente corto.
Cuando el entrenador no permite a ciertos jugadores sentirse partícipes del logro colectivo por su poca participación, quizás no generen un efecto pernicioso a corto plazo en la persona. Si se gana el partido, me imagino que no. Ya que al vencer, aun sin haber jugado mucho, probalmente esos jugadores estará contentos (las primeras veces).
Pero a largo plazo esos jugadores de “entrenamiento y banquillo“ abandonarán la práctica deportiva por aburrimiento o decepción. O por sentimiento de inferioridad o sensación de no “ser tan buenos” como los otros.
Probablemente, esos entrenadores busquen argumentos que justifiquen el abandono deportivo. Pensarán que su nefasta y selectiva intervención no ha sido un factor determinante. Será culpa del jugador, y el entrenador se justificará internamente acusando al deportista por no haber sabido tener el compromiso necesario para el equipo u otro tipo de desfachateces. Así razonan los entrenadores cegados por la competición. Imaginaros tener que aguantar entrenadores así año tras año. Y como no sabemos pensar más que con el limitado recurso “causa-efecto”, no seremos capaces de entender que deja el deporte, no por lo que ha pasado esa temporada, sino por varios años de negligente comportamiento de algunos entrenadores. Los jugadores terminan por cansarse y aburrirse de esa manera de entender el deporte y dejan de jugar.
2 comentarios:
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