Estamos de acuerdo que una niña aborda diferentes etapas en su crecimiento, y que la manera de entrenar a una niña de 10 años no tiene nada que ver con el entrenamiento a una chica de 15. Las motivaciones, preocupaciones e intereses son absolutamente distintas.
Y podríamos estar de acuerdo que hay una serie de paradigmas, principios o valores que son inmutables y necesarios en un equipo de baloncesto, tales como: la concentración, el compromiso, la disciplina, la generosidad, la compasión, el respeto, la humildad, la motivación, la correcta gestión de la frustración, etc.
Y si vuelves a leer detenidamente los dos párrafos anteriores, verás que el primero habla de cambio y el segundo de mantener mismas ideas, sin cambio.
El número de chicas que abandonan la actividad deportiva a partir de los 14-16 años es notable, y afortunadamente, algunos entrenadores se preguntan el por qué. Pero habitualmente, la respuesta se suele centrar en causas externas al entrenador. Y aquí creo que debemos ser más humildes y pensar, en primer lugar, que la causa somos nosotros. Mirarnos el ombligo y pensar en que podemos tener protagonismo en ese abandono. Con esto no quiero decir que exima a las jugadoras, sino que en el análisis, nos pongamos nosotros los primeros. Que trabajemos en lo que está bajo nuestro control.
Es evidente que ellas crecen y cambian y, también suele ser evidente, que nosotros no sabemos crecer y cambiar con ellas. Más bien diría que "nuestras metodologías" no saben crecer y cambiar con ellas.
Podría dar por bueno que hasta, aproximadamente, los 12 años, la instrucción directa sea una metodología apropiada para la gestión de los equipos, ordenar y mandar, básicamente, siendo un poco rudo en la definición. Y construir a través de valores (los entrenadores más avispados), pero a través de esta metodología (lo que no significa que esté totalmente de acuerdo con esta línea).
Pero es un hecho, que a partir de las edades que hablamos, 14-16 años, este método no es eficaz. Las niñas abandonan. Y como ves, lo que subyace en el artículo es que los entrenadores tenemos mucha culpa de ello. Seguro que nos agarramos a multitud de excusas o argumentos, como quieras llamarlos, pero pocos ponen el foco en uno mismo, en el entrenador y muchos en los intereses de las jugadoras.
Y es que no construimos sobre los cimientos adecuados. Los anteriores sirven, pero no es suficiente. Ya no te vale con lo que hacías antes. Seguimos queriendo imponer normas y reglas, y no vemos que tenemos que hacerlas pensar, desarrollar el pensamiento crítico, entornos reflexivos, atmósferas divertidas, trabajar sobre la motivación intrínseca, utilizar el fallo, minimizar el castigo, etc., lo que para nada está reñido con la exigencia o el trabajo duro.
Hay que ir a charlas con ellas, hay que plantearlas cómo se gestiona la frustración, hacer talleres, que ellas participen, que den soluciones, tienes que adaptarte al grupo, innovar, adaptarte como entrenador, cambiar cosas, arriesgar, enseñarlas a gestionar el fallo y verlo como una oportunidad, comunicar de manera diferente, acertar con la pregunta correcta, orientar y no ordenar, porque si eres quien fuiste la temporada pasada, no será suficiente, porque ellas son distintas, diferentes, no les vale con lo anterior. EVOLUCIONAN y tu lo tienes que hacer con ellas. No es tu guión, es el suyo. Y tienes que entenderlo, porque sino, tendrás esa porción de responsabilidad del abandono de la jugadora.
Y todo lo anterior está antes que la técnica o la táctica. Es imposible desarrollar los fundamentos, sino se trabaja lo anterior. Es clave. Sino, no se pasarán bien el balón. Son nuevos cimientos. Lo anterior si sirve, pero ya no es suficiente. Si sigues construyendo sobre lo anterior, se va a ir desmoronando el edificio y eso representa la pérdida de jugadoras a partir de los 15 años.
Porque no cerramos las grietas que se generan. No curamos heridas, dejamos que convivan con el día a día del grupo. Y para esto los entrenadores tienen que aprender a observar más allá de si cierran el rebote o pasan el bloqueo correctamente o no. Tienes que observar qué jugadoras se chocan las manos, las parejas cuando dejan que se agrupen como ellas quieren, los grupos que se forman antes del entrenamiento (si varian o no), quizás tengas que utilizar 5 minutos de tu tiempo de pista para que ellas terminen de hablar o preparar su indumentaria deportiva para la actividad. Quizás tengas que probar a que para que se callen y te escuchen tengas que introducir el entrenamiento a través de un minuto de meditación de atención plena.
Quizás puedas decir que todo esto es una chorrada, que se tienen que adaptar y tienen que ser disciplinadas y atender al entrenador. Pero probablemente, provoques el abandono de la actividad deportiva en un futuro cercano, o lo mismo se cansará de ti y probará en otro equipo, porque (aunque tu no lo veas) le sigue apasionando jugar al basket.
Es su guión, no el tuyo.
1 comentario:
Hola amigos:
Me parece muy interesante vuesto artículo, pero añadiría una cosa más.
Los entrenadores nos empeñamos en querer hacer jugadoras "campeonas" sin darnos cuenta que a esa edad las chicas tienen que sentirse útiles. No hablo de los equipos de alta competición, hablo de ese 95% de equipos que tienen jugadoras que les gusta el baloncesto, pero aún no tienen claro que sea su pasión.
Se deberían hacer entrenamientos más variados según las caracteristicas del jugador (altura, potencia, inteligencia, velocidad, punteria..) he visto muchisimas veces a chicas frustradas porque los entrenamientos son iguales para todas y ellas por altas no son tan rápidas o coordinadas. Esas chicas se tienen que sentir útiles, capaces de aportar, de sumar en el equipo, y no pensar solo en no meter la pata. Como bien habeis dicho, las chicas cambian y se deben sentir útiles.
Un saludo
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