sábado, 5 de agosto de 2017

El jugador español y los modelos de gestión del talento. 200 minutos.

CONSTRUIR Y DESTRUIR

La  catedral de la Sagrada Familia en Barcelona se terminará en el 2026. Este monumento arquitectónico es una referencia de la arquitectura mundial. Serán alrededor de 150 años de construcción, iniciada el 19 de marzo de 1882.  ¿Cuánto se tardaría en destruirla? No más de una mañana. Construir lleva mucho tiempo y el trabajo y esfuerzo de muchas personas altamente preparadas. Destruir, poco tiempo, es fácil, y no se necesita mucha gente, y no suele ser necesaria alta preparación.

EL RESULTADO DEL PARTIDO

¿Cuál es una de nuestras tareas como entrenadores ya sea en el R. Madrid, la NBA o en el equipo de mi barrio? Probablemente un objetivo común a cualquier entrenador sea el mejorar a cada uno de tus jugadores. Si cada uno de tus 12 jugadores mejora, tu equipo mejora, y si tu equipo mejora, tus posibilidades de victoria aumentan. Y todos queremos competir para ganar, ¿cierto? Todavía no he visto a nadie que salga a la pista con el ánimo de perder. E introducimos por primera vez el resultado como parte de la ecuación del talento.
¿Qué impacto tiene el resultado del partido en el desarrollo del talento del jugador? Estarás conmigo que el simple hecho de jugar mejora al jugador. Entrenar mejora al jugador. Jugar durante el partido mejora al jugador. El resultado final tendrá incidencia en la moral o motivación del equipo, pero no en el hecho de que el talento del jugador se desarrolle o no.
Pero si tu equipo pierde con frecuencia, ¿se desmotiva el jugador y no tiene interés por mejorar? Desde luego la victoria sirve siempre como acicate para ir a entrenar con mayor motivación e ilusión. ¿Qué valor tiene entonces la victoria en el jugador/entrenador? Este sería un tema aparte, la reflexión de qué lleva al niño a ir a entrenar todos los días, si condicionantes externos que no están bajo su/nuestro control (el resultado del partido) o elementos internos propios del jugador/entrenador tales como la mejora personal, el crecimiento deportivo, las relaciones sociales, tu mejora como entrenador a través de las experiencias diarias, etc. También podríamos decir que el resultado del partido tiene impacto directo en tu permanencia en el banquillo. A ciertos niveles, si pierdes, te reemplazan, ¿cierto?
Al centrarnos en el resultado, los entrenadores empezamos a tomar decisiones en los partidos que nos alejan de uno de los objetivos comunes a cualquier entrenador (mejorar al jugador), y nos dedicamos  poner en pista a lo de mayor impacto en el juego, dándoles más minutos, y por lo tanto, a mejorar sólo a los mejores, por lo que disponen de más tiempo que los demás para desarrollar su talento. ¿Consecuencia?: Quizás ganaremos el partido, pero  desequilibramos las oportunidades de otros jugadores de crecer. Nuestro objetivo ya no es mejorar al jugador, es ganar el partido. 

Ya son unos cuantos años en esto del baloncesto de cantera, y nunca sabes cuándo un jugador va a desarrollarse. He visto chicas que eran verdaderos "patos mareados" en infantil, y tres años después determinantes en sus equipos (¿será porque sus entrenadores les han dado ese tiempo en pista? ¿Será por su desarrollo natural a pesar de la intervención del entrenador?). O cambios físicos de un verano a otro que afectan al juego.

Tenemos la creencia de que hay que elevar al bueno, pero sin la conciencia de que quizás estemos limitando las posibilidades del "malo". Hablo de limitar el talento por reducir los minutos en pista. La realidad es que no queremos limitar a nadie, pero el día del partido hay jugadores que se van a 30 minutos y otros se quedan en 8. ¡Es que la victoria les sirve de motivación! ¡Si el equipo pierde, pierden la ilusión! ¡Ya habrá partidos más sencillos para su nivel! 
¿Quién tiene más oportunidades de desarrollar su talento, el de 8 minutos en pista o el de 30?

No os preocupes, no solo es en nuestros equipos de cantera. Es una situación habitual en muchos equipos a muchos niveles.  El resultado como referencia e indicador de la calidad de nuestro trabajo.  

Poco a poco nos vamos dejando atrapar por una situación que considero perversa en sí misma, ya que uno de los componentes implícitos del juego, la victoria o la derrota,  el resultado del partido, nos impide desarrollar el talento de todos los jugadores, al convertir el resultado en objetivo primordial. Genera demasiada atención, y nos aleja del foco, la mejora de todos los jugadores y el consecuente crecimiento del equipo.  Fundamentalmente, centrarnos en el resultado no guía a desarrollar el talento de unos pocos. Solo unos pocos.

¿A qué afecta entonces el resultado de un partido? Diríamos que, por lo menos, a la motivación de los jugadores y del grupo y a la permanencia del entrenador en el banquillo. ¿Factores suficientemente importantes como para negar la oportunidad de crecimiento a los demás jugadores?

¿A dónde voy a parar? A que estamos destruyendo parte del talento que cae en nuestras manos si nos centramos en el resultado como vara de medir de nuestro rendimiento. Y recordad que destruir es fácil, y construir lleva tiempo. Todo lo que destruyamos (o no construyamos), costará enormemente volver a levantarlo (o recuperarlo). Si dejamos talento a medio hacer, reconstruirlo será fatigoso y arduo.

Jugar con los que me van a meter puntos, con los "buenos" es lo que colectivamente nos va lentamente haciendo peores. Y hablo del baloncesto español en general.

Centrarse en el resultado es destruir talento.

Centrarse en el resultado es limitar minutos. Es limitar tiempo de desarrollo de talento de algunos jugadores que también tienen talento.

¿APOSTAR POR LA INCERTIDUMBRE?
Apostar por centrarte en el resultado es apostar por la incertidumbre. Porque parte de la magia del deporte es su incertidumbre. No tendría ninguna gracia ir a ver un partido del que  supiéramos el resultado final. Es decir, apostamos por desarrollar talento centrándonos en el resultado. Y el resultado vive de la incertidumbre. Es la incertidumbre una de nuestras referencias. Pues ponemos a los “buenos” para poder ganar. Y no siempre pasa, evidentemente. Esto no suelen ser matemáticas. 
¿Apostar por la incertidumbre para crecer? No parezca que tenga mucho sentido. Más vale por apostar por algo que nosotros podemos controlar. El tiempo. Los 200 minutos de cada fin de semana.

El resultado del partido no está bajo tu control. Los 200 minutos, si. 
LOS MODELOS DE GESTIÓN DEL TALENTO
En más de un club siguen trabajando en cantera con la mirada puesta en los profesionales como referencia de actuación. Y esta referencia nos lleva a un baloncesto desequilibrado. Y los clubes pequeños miran a los medianos y éstos se fijan en los grandes y los copian. Y separan generaciones. Y no saben muy bien por qué. No tienen claro hacia dónde quieren ir o los argumentos que les llevan a hacer lo que hacen. Solo agrupan a los buenos y eliminan a los “potencialmente buenos”, etiquetándoles como "malos".

Imitamos. Como el que copia un ejercicio y lo hace al día siguiente con sus benjamines. No piensa en el objetivo del ejercicio o en adaptarlo a sus necesidades. Simplemente copia, sin preguntarse por qué. Copiamos sin saber muy bien a donde vamos. Como las ovejas. No tenemos claro el fin por el que trabajamos en un club de baloncesto, la misión a alcanzar, el camino a seguir, etc., aunque eso si, todos queremos formar personas a través del baloncesto. Eso no se nos cae de la boca.

Pensemos (a nivel nacional) que disponemos de una fábrica cuyo producto final son jugadores talentosos de baloncesto. ¿Cuánto de difícil fue sacar a la talentosa generación del 80? ¿Cuánto de difícil ha sido desarrollar ese talento? La gran aportación de la FEB ha sido conseguir que quieran estar juntos cada verano. Que es mucho. ¿Cuánto hicieron los entrenadores por que salieran Calderón, Pau Gasol, F. Reyes o Raúl López? ¿Cuánto no hicieron para dejar que avanzara ese talento descomunal?

España está dejando de tener jugadores de talento de alto nivel (fijémonos en el número de jugadores nacionales en ACB), o quizás deberíamos pensar que la fábrica de producir jugadores de talento nunca existió (pensamiento algo extremo), sino que los jugadores salían sin necesidad de que la fábrica funcionara (la generación del 80) y era cuestión de acompañar el talento, no de desarrollarlo, y ahora cuando esta generación del 80 se extingue baloncestísticamente, miramos a la fábrica para ver si salen más como ellos.

Los modelos de gestión del talento son generados por los clubes, y la federación española y las autonómicas se alimentan de ellos. La fábrica de talento está repartida por todo el territorio nacional. Y son los clubes, sus entrenadores y directivos, los encargados de gestionar el talento.

El proceso siempre parte de un club local, donde un chaval empieza a destacar en alevín, o incluso en benjamín. En esas edades los clubes grandes de la zona todavía no se atreven a apostar, ya que hay mucha imprecisión todavía en la calidad de un jugador. Es a partir de pre infantil o infantil, donde comienza la caza de talento. Probablemente, en los próximos años veremos cómo determinados clubes centrarán su atención en la categoría alevín, asumiendo determinados riesgos. Tomaros la molestia de ver los clubes que llegaron a la final de la categoría de pre infantil de los últimos 5 años en Madrid, nunca ni Estudiantes ni R. Madrid. ¡¡ Porque no tienen equipos en esa categoría!! Sus chavales de esa generación son inscritos en la categoría superior, infantil. Y mantienen dos equipos, el infantil A y el B. El A, de la generación que le corresponde y el B, un año menor. Observad las fases finales de los últimos años en la categoría de infantil, siempre Estudiantes y R. Madrid. Y dos equipos de acompañamiento. 

Estos dos ejemplos son una muestra de una dictadura baloncestística del talento, de un modelo de gestión del talento: la agrupación de los buenos. Pero conocemos lo que sucede al final de la cadena, el producto final. Se llaman, a día de hoy, Jaime Fernández, Edgar Vicedo, Santi Yusta, Dani Diez, etc., buenos jugadores de baloncesto que se han asentado o están camino de ello en la categoría ACB, que han salido de esa "agrupación de los buenos", pero sin tener roles determinantes, a día de hoy. ¿Ese es el resultado que queremos? ¿y dónde quedan todos los demás que les han acompañado en el proceso?¿LEB?¿EBA? 

Al modelo "agrupación de los buenos" le suele continuar "la selección de unos pocos", ya que cuando están todos juntos en clubes como Estudiantes, Juventud, Fuenlabrada, etc., el resultado del partido también tiene mucho peso específico, y entonces volvemos a seleccionar de entre los buenos, para dar más oportunidades de desarrollar su talento a esos pocos que destacan entre los buenos (los muy buenos o excelentes). Y volvemos al mismo sitio. Das a unos porque quitas los minutos de los otros.
Los modelos de gestión “la agrupación de talento” y/o “selección de unos pocos”, se lo pueden permitir muy pocos clubes, probablemente, Madrid y Barcelona en España. A día de hoy, generar un jugador de talento, a mi entender, deja demasiados “cadáveres con talento” por el camino, demasiados jugadores de nivel medio que han servido de acompañamiento a los excelentes. Mirad el caso de Luka Doncic en su etapa de cantera. Una tiranía de minutos. Una desproporción absoluta. Solo había que verle en las selecciones madrileñas, la cantidad de minutos en pista, siendo cadete en el Madrid y jugando en EBA una serie de minutos. ¿Sus acompañantes en el proceso? No importaban tanto. Pero lo que estaba claro es que para que creciera como jugador,  ¡tenía que jugar minutos!
No estoy a favor ni en contra de ese modelo. Probablemente sea coherente con lo que se busca en el R. Madrid, pero....¿es este modelo el que deben seguir otros clubes de cierto nivel? Dependerá de lo que pretendan conseguir, su misión como club. Pero tiendo a pensar que no son los modelos más adecuados ni incluso para generar jugadores para el alto nivel. Se debería apostar por una distribución más igualitaria de los minutos de partido, para subir los niveles medios y que por sí solos, generen competencia suficiente para elevar e impulsar de manera natural a los excelentes, que por sus cualidades, llegarán, sin necesidad de arroparlos con muchos minutos en el camino. 
Podríamos hablar de que en determinados entornos es factible la “agrupación de los buenos”, pero percibo que esta idea desemboca inevitablemente en la “selección de unos pocos”, ya que se nutren del mismo concepto, “el talento visible de unos pocos” que hace ocultar el de los demás. Y los gestores “seleccionan a unos pocos”, sin darse cuenta que si no limitaran (minutos en pista) el talento de los “otros” se impulsaría de forma natural al “excelente” al tiempo que sus equipos serían más competitivos al tener un nivel medio mayor.
Si sacas el talento de un lugar, para agruparlo con otro grupo de talentos similares, volverás a hacer lo mismo, volverás a ser sectario y selectivo, porque dentro de la agrupación de talento, habrá diferentes niveles, y volverás a apostar por el de más talento, dejando a los "menos talentosos del grupo de más talento" fuera de juego (los cadáveres deportivos a los que me refería antes).
EL ENTORNO DEL TALENTO
Cuanto más bueno sea el entorno en el que compite el futuro jugador “excelente”, más excelente será el excelente y más buenos los buenos. Es obvio. Cuanta más competencia, mayor nivel de exigencia y más facilidad para alcanzar la excelencia. Se trata de generar entornos de aprendizaje y consecuentemente de desarrollo del talento. Y nosotros nos encargamos de destruir ese entorno por nuestra extraña relación con el resultado y sus posibles consecuencias (motivación o permanencia en el banquillo). 

La idea es sencilla. Que jueguen todos mucho más. Son 200 minutos los que dispone un entrenador en cada partido. Utilízalos para que todos tengan las mismas oportunidades de crecimiento, al igual que haces en los entrenamientos, donde entrenas para todos. No te confundas, no hablo de que todos crezcan por igual. Hablo de que todos tengan las mismas oportunidades de crecimiento. Y a través de desarrollar al máximo todos los talentos, estos se empujarán unos a otros hacia arriba. 
Después, el talento de cada uno irá creciendo a ritmos diferentes, tendrán topes distintos, pero al hacer crecer a todos, tu equipo será mejor, y entre tus jugadores, se empujarán, crecerá su talento sólo por el mero hecho del crecimiento del de al lado. Por apoyo mutuo. Y el que tenga más talento, llegará más lejos, sin duda. Pero crecerá más, porque se sentirá permanentemente estimulado por el crecimiento del compañero.
Al final del camino es cierto que llegarán pocos. A la excelencia no llegan muchos, pero probablemente si soltamos el lastre de la dictadura del resultado, los excelentes serán más excelentes y los muy buenos, serán más "muy buenos". El nivel medio del jugador español subirá, la ACB, y las ligas FEB tendrán mucha más cantidad de jugadores nacionales de lo que actualmente tenemos.
Si lo extrapolamos a los clubes de cantera locales, estamos haciendo algo parecido, pero generando jugadores de nivel autonómica o a lo sumo nacional, hundiendo o dejando por el camino a otros jugadores que podrían haber alcanzado el mismo nivel y sin ser capaces de entender para qué juegan al baloncesto estos jugadores.
Si no te dejas jugadores por el camino, la posibilidad de que tu equipo de autonómica o nacional, ligas menores, tenga un nivel medio elevado y disfruten del baloncesto, será mayor. Además, los clubes tendrán el orgullo de jugar con gente de su pueblo, barrio o ciudad. 

¿QUÉ ESTAMOS BUSCANDO?

Percibo que el resultado del partido es la referencia principal en la mayoría de los entrenadores y directivos del baloncesto actual, de cualquier categoría.
Cada uno a su nivel, siempre tiene presente el resultado en su cabeza, ¿o va a permitir el R. Madrid perder el campeonato cadete por hacer jugar a todos? ¿Lo permitiría el Estudiantes? ¿Y el Juventud?
¿Qué busca cada club con sus modelos de gestión del talento? ¿Tenemos que copiar el modelo del R. Madrid? ¿Tenemos sus mismos recursos? ¿Es eficiente para lo que otros clubes buscan?
¿Cuáles son los resultados que estamos obteniendo? ¿Estamos satisfechos con ellos? ¿Qué buscan los clubes medio-altos? ¿Y los intermedios con recursos económicos limitados?
Cuando ya sabes lo que buscas, tienes que pensar en el camino que te va a llevar a ello. Mirar a los demás que tienen éxito es una referencia, pero habitualmente “copiar y pegar” no suele ser el mejor método. Tienes que mirar a tu organización, entender los recursos, saber dónde estás, y que la propuesta sea coherente con el objetivo que persigues. 
POSTEMPORADA
¿Qué trabajo se hace de postemporada con los jugadores? ¿Están las postemporadas de los jugadores ACB al nivel de lo que nos ofrecen los jugadores estrella de la NBA? ¿Por qué son estrellas? ¿Por su talento o su capacidad de trabajo? ¿Cuántos están dispuestos a pagar el precio de una dura y exigente postemporada?
Mientras, en cantera nos centramos en darle minutos a nuestro jugador talentoso en los partidos durante la temporada y al llegar junio le deseamos un buen verano. Despedimos el curso baloncestístico a finales de mayo o principios de junio y lo retomamos a finales de agosto. ¿Y en medio qué le proponemos a ese jugador?
La postemporada es uno de los indicadores de la coherencia de tu modelo.
¿Tienen los clubes estructuras o recursos para gestionar una postemporada?
Es en la postemporada cuando podemos hacer crecer a nuestros jugadores. Cuando aplicar nuevos gestos técnico no genera duda en el jugador. Hay tiempo por delante para asimilarlo.
Cuando el jugador aprende a ejecutar algo nuevo, pasa por un proceso de aprendizaje donde el temor a hacerlo mal le impide ejecutarlo en partido. Es en este periodo de la postemporada, sin competición, donde podemos introducir conceptos nuevos para que se asienten.

PEQUEÑOS DETALLES QUE PROVOCA GRANDES CAMBIOS
Hablo de un simple cambio que podría generar un resultado muy diferente. Hablo de equilibrar minutos entre jugadores. De utilizar los partidos para el desarrollo de todos, al igual que en los entrenamientos. ¿La consecuencia? El crecimiento del nivel medio, que empuja al talento, para aumentar el número de jugadores excelentes.
No estamos hablando de igualdad, de porcentajes medios, de hacer crecer a todos por igual. Hablo de excelencia a través del incremento de la media, de subir el nivel medio de los jugadores. 
De los minutos como motor de cambio. Si en los entrenos es equitativo, no lo es en los partidos, lo desequilibramos los entrenadores por la presión del resultado.

Subiendo el nivel medio, crecen más los excelentes y serán más buenos los demás. No es necesaria la segregación.  
Se trata de cambiar el modelo. De incrementar la cooperación entre iguales. Incrementar la acumulación de todos, no de unos pocos. 
200 minutos. 
CREENCIAS

Decían del escultor italiano renacentista Miguel Angel que veía las esculturas en los bloques de piedra, y que tan solo tenía que retirar el sobrante de la piedra de mármol para dejar asomar la escultura previamente concebida. Se trata de creer en el talento. De verlo. Y después, ser coherente y darle ese espacio en los partidos para que se desarrolle. Y tener paciencia. Creer en el talento de cada uno de tus jugadores, y no dejarte deslumbrar por ese cadete que todo lo hace bien y te saca los partidos adelante en situaciones de dificultad.
La primera piedra de la construcción de la Catedral de la Sagrada Familia se coloca el 19 de marzo de 1882. Se prevé terminar en el 2026. Construir cuesta mucho, y si nos centramos en pocos jugadores impedimos el crecimiento del talento de otros. Construyamos el talento de todos. Sabemos que costará mucho. Pero el resultado final merecerá la pena.
No destruyamos el talento de muchos por el talento de pocos. 








2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, me ha encantado el artículo!!!! Me parece una reflexión extraordinariamente lógica y acertada, pero tengo una duda, ¿por qué 200 minutos si un partido dura 40 minutos?

Javier y José Manuel dijo...

Porque cada jugador juega 40 minutos. Como son 5 jugadores en la pista, el entrenador tiene a su disposición 200 minutos. Si sólo jugasen cinco jugadores, jugarían 40 minutos cada uno. Si jugaran democráticamente diez jugadores, jugarían todos 20 minutos cada uno.