Me han resultado interesantes dos reacciones de nuestro baloncesto de alto rendimiento, una de un entrenador y otra de un jugador. El entrenador, Jota Cuspinera, entrenador del Zaragoza, y el jugador, Luca Doncic.
Abrí el debate mediante un tweet en el que decía que desde esta plataforma tenemos la filosofía de:
- El jugador, juega.
- El árbitro, arbitra.
- El entrenador, dirige.
- El público anima.
Salirse de ahí, potenciales problemas.
Trabajo de gestión de emociones, lleves o no razón.
De inicio decir que son dos profesionales excelentes de gran talento. Ambos han trabajado muy duro para llegar a donde están y ojalá sigan muchos años en la élite.
Jota Cuspinera, además pidió públicamente disculpas, hecho que le distigue como lo que es, una excelente persona y un pedazo de profesional.
No juzgo sus acciones, ni entro en el debate si llevan razón o no la llevan. Tampoco digo que sea bueno o malo dejarse llevar por las emociones en momentos determinados. Creo que cuando uno da una respuesta ante un estímulo, tiene que ser consciente de esa respuesta que está dando y de las posibles consecuencias, especialmente, si afecta a otras personas o si respondes ejerciendo un cargo determinado, léase entrenador o jugador, con la responsabilidad añadida que conllevan ambos.
El objeto del tweet y el mensaje que subyace es que dentro de un partido de baloncesto cada uno tenemos un labor que realizar y que entrar en las responsabilidades de otros, tanto en tiempo real como a posteriori, no es bueno para el deporte en sí.
¿Cuánto afecta lo que hable un entrenador a un árbitro a la posición final de tu equipo al terminar la temporada?
¿Qué crees que interpreta el árbitro cuando le estás comentando algo de su labor durante el partido?
¿Cuánto se deja de centrar tu atención en tus responsabilidades cuando te dedicas a hablar con los árbitros?
¿Cuánta perspectiva tienes de la situación cuando te has dejado llevar por las emociones en un lance concreto del juego?
¿Qué está bajo tu control en un partido de baloncesto?
Los árbitros tienen sus revisiones de actuaciones, reciben informes, valoran los arbitrajes y tratan de ser lo más justos y ecúanimes en cada partido. No debemos perder de vista esto. Creo firmemente en ello.
Estoy convencido que estos dos profesionales y sus entornos están utilizando estas dos experiencias para crecer en sus respectivas carreras y que con independencia de si llevan o no razón, saben que dejarse llevar por emociones, especialmente el enfado o la ira, no es lo que más les ayuda a ser un poco mejor cada día. Utilizarán el obstáculo como parte de camino, seguro, para reflexionar y crecer.
No creo que sea una cuestión de arrepentimiento, sino de respeto a la labor de los árbitros, que tratan de ser igual de profesionales que ellos dos, y que también tienen que tomar decisiones en tiempo real y a una altísima velocidad.
¿Se puede hablar con los árbitros? Por supuesto, pero en mi caso, me gusta tener en consideración los aspectos comentados, puesto que mis palabras irán orientadas de una manera diferente.
Y como todos he recibido arbitrajes malos……(que yo valoré como malos).
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