Llevamos dos partidos de las finales de la NBA 2015. Dos jugadores vuelan por encima del resto, Lebron James y Stephen Curry. Cada uno con un estilo de liderazgo muy marcado y diferente, que no mejor o peor. El primero, Lebron, más autoritario, el segundo, Curry, más colaborativo.
En ambos partidos se ha jugado prórroga. En ambos partidos, los dos han tenido bolas decisivas para desnivelar la balanza en los últimos segundos. En ambos partidos, los dos jugadores han fallado. No han conseguido su objetivo de meter canasta. Incluso en el segundo partido, Curry, "El rey del triple" esta temporada, con una mecánica maravillosa, que en un entrenamiento hizo una serie de 75/75 en tiros de tres, en el segundo partido, hizo una serie de 2 triples de 15 intentos, y muchos con tiempo y espacio para meterla.
Y nadie dice nada, y nadie les recrimina. Siguen siendo líderes, siguen siendo enormes jugadores. Siguen tirando. Porque el fallo forma parte del juego. Los jugadores lo tienen asumido, pero.....¿y nosotros los entrenadores de cantera? ¿tenemos asumido el fallo? ¿tenemos asumidas las pérdidas de balón?¿tenemos asumidos bajos porcentajes de acierto?¿tenemos asumidas violaciones del juego?
Todos estos fallos forman parte del proceso de aprendizaje. Y nosotros como entrenadores tenemos que saber, que, primero, nosotros también fallamos, en multitud de ocasiones. Tenemos que utilizar el fallo del jugador para fortalecer su confianza y sus ganas de seguir intentando cosas. Porque, quizás, nos preocupemos más del resultado final de la acción (si es canasta o no) y menos de si la toma de decisión es correcta, si la ejecución ha sido buena o si el jugador sabe qué ha pasado y por qué. Es en estos aspectos y otros muchos más, en los que se tiene que centrar un entrenador, y no tanto en si ha metido la canasta o no. Cuando hayamos ayudado al jugador a comprender todos estos aspectos, nos podremos ir centrando en mejorar los detalles de los fundamentos, para mejorar las finalizaciones y la puntería del jugador, con el objetivo de meter canasta, ya que al final, también se trata de meter canasta.
Aunque ya os digo, los buenos, tampoco la meten.
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