Nuestro sexto entrenamiento de postemporada ha sido en montaña. Programamos una ruta sencilla de cuatro horas de duración, con un desnivel de aproximadamente de 400 metros. A ritmo normal. No solo era para jugadoras, también para los padres que quisieran venir.
Ha sido una buena experiencia. Fue una ruta circular. En la vuelta nos pasó algo curioso, teníamos que seguir una senda marcada con unos círculos rojos, que tenía cierto desnivel y con bastantes curvas en el camino. Las jugadoras a las que cedimos la responsbilidad de guiar tomaron la decisión de recortar y salirse del camino. Atajar. Lo hicieron porque era más divertido, más riesgo. "Molaba" más lanzarse ladera abajo entre árboles. Pero nos perdimos y nos salimos de la senda marcada. Se alargó la marcha unos 45 minutos más.
El hecho en si no es importante, pero me dió que pensar. Muchas veces en baloncesto, y en general en la vida, queremos recortar el camino, saltarnos pasos, y con eso conseguimos, más que llegar antes, llegar más tarde y mal. Todo fundamento en baloncesto tiene su proceso. No creo en esos que dicen que el partido es el examen de la semana. Para que un fundamento se asimile tiene que conseguir realizarse en situación de partido y de manera inconsciente. Hasta ahí, hay un largo camino que recorrer, y si atajas, probablemente, te pierdas y no sepas llegar.
Hay que saber cuándo te separas del camino y acortas para llegar antes. Y tener un motivo. Y en la vida igual, hay que tener paciencia. Hay que hacerse amigo del tiempo.
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