A toro pasado. Expresión que habitualmente ponemos en práctica.
En el deporte, y particularmente en el baloncesto, somos muy dados al comentario posterior. A la puesta en la mesa de soluciones una vez visto el entorno, lo propuesto y las consecuencias.
¿Quisieron ganar los jugadores de la selección española la semifinal contra Eslovenia? Evidentemente, si.
¿Estuvieron trabajando como locos el cuerpo técnico desde que terminó el partido de Alemania en las semifinales una vez conocido el rival para las semis? Evidentemente, si.
¿Trató de hacer el entrenador español todo lo posible para llevar a su equipo a la victoria? Evidentemente, si.
Lo que sucede es que, aunque los comentarios y las críticas se hagan en tiempo real y no a posteriori, hay un factor que habitualmente no tenemos en cuenta: ninguno sufrimos las consecuencias de las acciones de los cuerpos técnicos en el partido.
El simple hecho de sufrir las consecuencias de unas acciones, hacen que esas acciones estén sometidas a un factor diferencial. Algunos le pueden llamar a este factor, presión.
¿Podía haber jugado con un interior sólo? Si, claro.
¿Podía haberse dado cuenta que con dos grandes, y uno de ellos de 37 años, nuestro balance era más lento y nos hacían daño ahí?
¿Podía haberse dado cuenta de que reforzar nuestra defensa con Sastre y San Emeterio en el tercer cuarto nos limitaba ofensivamente? También.
¿Percibió que el bloqueo directo hacía que pusieran la bola en el centro de la zona y eso nos machacaba? Probablemente si.
¿Podríamos haber defendido el bloqueo con cambios o a través de un tercero? Quizás.
Quizás todas estas variantes las tenía el cuerpo técnico en la cabeza. La diferencia entre que ellos lo vieran y nosotros, espectadores externos, también lo viéramos, es que sus decisiones repercutían directamente en ellos, y en sus jugadores, a los que el cuerpo técnico lidera. Y este es el factor diferencial. Que ellos estaban en la banda, viendo y analizando lo que sucedía con la información en tiempo real y toda la información analizada previamente en el partido. Y que el resultado de sus decisiones, las consecuencias, las pagaba el equipo entero y esto siempre condiciona aunque seas el mismísimo Steve Kerr.
Y el banquillo contrario igual. Hacía lo mismo.
No le doy ni le quito al cuerpo técnico de la selección. Simplemente, aplaudo su labor, esfuerzo y generosidad.
Es cierto que teóricamente esta selección debía pelear por el oro. Pero habitualmente no se gana. Lo normal es perder, incluso para nuestra laureada selección (imagínate para nuestros equipos de chavales jóvenes....).
Lo importante es tener la voluntad de aprender de todas las experiencias. Que te enriquezcan. Tener la humildad de escuchar a otros que no soportan ese factor del que hablábamos antes y que te pueden dar una visión distinta que te sea útil de cara al futuro.
Contra Rusia, se puede ganar o no. Veremos cómo juegan los jugadores y cómo utilizan los cuerpos técnicos los recursos disponibles, maximizándolos y reduciendo los puntos fuertes del rival. Es lo interesante del deporte, su incertidumbre previa.
Piensa cuál es tu conducta cuando pagas tú directamente las consecuencias de tus actos y cuándo no.
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